Los aborígenes se asentaron al borde de las salinas, siendo importantes consumidores de este elemento que muy pronto descubrieron y era de suma importancia para el hombre blanco. Se puede decir que muchas de las luchas intestinas entre españoles y aborígenes tuvieron como móvil la llegada hasta la sal.

En época del Virrey Vértiz se calculaba que todo un ejército salinero se trasladaba en centenares de carretas hasta las lagunas. Miles de yuntas de bueyes tiraban de pesados carretones donde se cargaba el mineral para ser llevado hasta Buenos Aires.

En el siglo XIX se agudizaron las diferencias entre blancos y aborígenes por la posesión de la sal; las expediciones militares trataron de resolver este problema de una vez y para siempre.
Se organizan importantes visitas que nos permiten conocer datos muy interesantes de la región, además de realizar las más bellas tomas fotográficas.

Manadas de flamencos se asientan en los bordes de las lagunas creando un paisaje inigualable observado sobre todo al atardecer.
La mayor cosecha de sal se realiza a partir del mes de noviembre, donde las aguas residuales de la extracción que se realiza en forma totalmente mecanizada toman una coloración rosada intensa.