En esta zona se instaló en el siglo XVIII la Misión del Santo Rosario y San Carlos del Timbó, donde los jesuitas trataron de prolongar hacia el norte su labor pastoral iniciada en Santa Fe.
El lugar elegido estaba situado a casi 10 leguas al norte del Bermejo y a 1 legua y media del río Paraguay, junto a la llamada Laguna La Herradura. En el año 1763 se edificaron las primeras viviendas correspondientes a la reducción y llegaba a Asunción el padre Martín Dobrizhoffer, quien fuera elegido para dirigirla por su gran experiencia misional y por sobre todo por su conocimiento de la lengua y las costumbres de los abipones. Muy pronto el sacerdote se quedó sólo, sin presencia militar en la misión y realizó una ardua labor para atraer a los aborígenes hasta la reducción.

Fueron tantas las penurias y padecimientos que debió soportar este misionero de los abipones, que no tardó en pedir su reemplazo y su traslado a las misiones guaraníes a fin de restablecer su quebrantada salud.
El padre Provincial agradeció a Dobrizhoffer por los enormes sacrificios realizados y por su obra entre los abipones. Los padres José Brigniel y Gerónimo Rejón, que lo reemplazaron, lograron algunos progresos pese a que la ayuda prometida por el Cabildo de Asunción nunca se concretó.
En septiembre de 1766 el padre Rejón informó que los indios se hallaban sujetos, asistían a la doctrina, acudían a las iglesias y entregaban a sus hijos para su enseñanza v bautismo.

La expulsión de la Compañía de Jesús puso punto final a esta labor evangelizadora.
Retirados los jesuitas, fue designado el padre Lorenzo de la Torre para continuar con el trabajo misional con la ayuda de un destacamento de soldados. Pero la mayoría de los indígenas huyó de la reducción y cometió algunas tropelías en una estancia vecina.