Surgió en este territorio como parte de la línea de fortines que intentaban detener el avance de los indios en la provincia de Buenos Aires alrededor de 1834.
La construcción original fue pensada dentro del marco de la campaña al desierto de Juan Manuel de Rosas, quien contó con el apoyo inestimable de aborígenes amigos entre los que se destacaron: Catriel, Llanquelén, Cachul y Pablo.
Rosas arriba por primera vez a la zona del río Sauce Grande considerándola como de "gran riqueza potencial", algunos historiadores afirman que la región fue incluida en el testamento que el General redactara en favor de Manuelita como parte de su sucesión.
Esta posta, luego transformada en Fortín, se denominó Pavón en honor a la batalla librada por el General Mitre al frente de las tropas de Buenos Aires, celebrada el 17 de setiembre de 1861.
Su posición era estratégica ya que facilitaba la comunicación directa con Bahía Blanca y además permítía evitar invasiones de malones.
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Esta construcción fue declarada en 1980 como Lugar Histórico Nacional.
Su trazado original se fue modificando continuamente por los embates aborígenes y la erosión que las precarias edificaciones sufrían por los numerosos arroyos circundantes y sus constantes inundaciones.
Las primeras tropas afincadas en este fuerte cavaron un foso de bastante profundidad para proteger las instalaciones y una empalizada de troncos bien afilados para detener el ingreso de los infieles.
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En marzo de 1863 se produjo una sublevación dentro del fortín cuyas causales fueron: la falta de pago de los salarios de las tropas, la escasez de comida y el rigor casi de "trabajos forzados" que los comandantes ejercían sobre sus soldados.
La reconstrucción del lugar se hizo en la margen opuesta del río Sauce Grande ya que el sitio original está ocupado hoy por el damero urbano.
Los pisos de los ranchos internos del fuerte son de adobe, en su distribución representa las instalaciones dedicadas a la comandancia, una amplia cocina y un mangrullo (construcción de 9 metros de altura destinada para que el vigía divisara a la distancia la presencia de los malones).