La costa chubutense comenzó a tener expectativas con la llegada de los galeses en el año 1865.
Ciudad emplazada en pleno Golfo Nuevo, es una zona de aguas profundas que ha sido aprovechada desde sus comienzos para la instalación de un magnífico puerto.
Fueron 150 hombres los primeros galeses que desembarcaron en esta costa y que habían realizado su travesía a bordo de la famosa embarcación “La Mimosa”. Muchos de ellos pronto se cansaron de la hostilidad manifiesta de los aborígenes del lugar y se retiraron al valle del río Chubut, donde intentaron reagruparse en colonias y empezar la historia de nuevo.
Pero la costa volvería a ser importante: primero por su puerto y la posibilidad de entrada de embarcaciones de gran porte y también por la llegada hasta esta zona del ferrocarril, que se convirtió en el medio de transporte para sacar todos los productos de las colonias en el gran valle.
En el siglo XX el impulso vino de la mano de una planta de aluminio de renombre en el país: Aluar, que hizo crecer la zona de una manera imprevista.
Es actualmente una ciudad donde ha crecido la construcción y sobre todo la propuesta hotelera y de alojamiento en general. Al amparo de las maravillas naturales que presenta este puerto y la única posibilidad de meternos en un paraíso que invita a los turistas de todas partes del mundo.
La Península de Valdés ha sido reconocida por la UNESCO en el año 1999 como Patrimonio Natural de la Humanidad.
Un primer recorrido por la ciudad puede hacerse por la amplia costanera que permite el acceso a las múltiples y hermosas playas que posee la región.
Playas amplias, que cuentan con todos los servicios para pasar el día y recorrer a pie.
En el verano se ven repletas de residentes y recién llegados.
Los paradores se han hecho famosos sobre todo en los últimos 10 años, convocando a todo tipo de público pero por sobre todo a las familias y a los amantes de los deportes marítimos que pueden practicarse sin excepción en las playas de Madryn.