Luego de transitar desde el centro de Capilla del Monte por la Ruta 38, nos encontramos un cartel que indica el camino hacia el Parque Autóctono, cultural y recreativo “Los Terrones”.
Por medio de un camino de ripio, luego de un trayecto en auto a paso lento, podemos divisar a lo lejos rocas con formas "raras". De un color rojizo y mientras nos acercamos van tomando forma, asemejándose a objetos y figuras que les dan el nombre a cada una.

En Argentina contamos con pocos ejemplos de este estilo, teniendo cada uno un valor inigualable en la geología del país: Ongamira y Los Terrones en Córdoba - Los Altares en Chubut - Piedra del Águila en Neuquén - Talampaya en La Rioja - Ischigualasto en San Juan y Valla de la Luna en San Juan.
El imponente relieve surge en un segundo, inmerso entre cerros y vegetación frondosa. Se componen de areniscas de origen triásico que han sufrido el paso del tiempo y la erosión de ríos y vientos.
Esta zona se conoce con el nombre de Quebrada de La Luna, en un paisaje desordenado se localizan formas caprichosas labradas por los distintos tipos de erosión en las areniscas rojizas.
Las formaciones más importantes son “la ciudad perdida”, "la bota", "el honguito" y muchas otras que desafían la pericia de los visitantes.
Una vez arribados al punto 0 "cero", nos encontramos con guías especializados que nos proponen emprender 2 caminos posibles.
1- Para los que no tienen práctica: una caminata de 200 metros por un sendero en el cual pueden observar la vegetación de la zona, llegar a un Mirador donde escuchar historias de OVNIS y disfrutar de las principales formas labradas en las rocas que forman Los Terrones.
2- Solo para quienes tienen el coraje, la opción de trekking durante 2 horas a lo largo de una senda que nos da paso a cruzar el relieve y la vegetación para llegar a cuevas con historias. El relato del guía sumado a nuestra imaginación pueden llevarnos a vivenciar como era la vida de los antigüos pobladores de la zona: los Comechingones.
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Si volvemos al mismo camino que nos condujo a Los Terrones, podemos avanzar 10km sobre camino de ripio y acceder a Ongamira.
Se trata de un valle de características particulares, perteneciente al período prehistórico.
En todas las zona predominan las areniscas rojizas, que han sido labradas por el accionar de los vientos y de las lluvias de la región.
Un grupo aborigen pobló la zona hace unos 8000 años, esta cultura se conoció como “Ayampitín”.
En el siglo II de la era cristiana arribó una cultura más avanzada que dio origen al pueblo comechingón. Este pueblo luchó encarnizadamente con los españoles por la posesión de la tierra.
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En la zona existen grutas formadas por erosión eólica, que fueron habitadas por pueblos que dejaron numerosas muestras de su existencia en el lugar.
La mayor parte de estos relictos arqueológicos se han perdido por sucesivos robos y la incidencia de visitantes que destruyeron los petroglifos existentes.

Durante el trayecto de arribo a Los Terrones, podemos tener una vista panorámica de la formación y comenzar a disfrutar de los objetos tallados por el paso del tiempo.
Si observamos y giramos la foto se puede ver claramente la Cara de un Indio (ojo, nariz y boca), hasta podemos pensar que tiene un gorro puesto y una especie de máscara.